lunes, 16 de abril de 2012

Amigo cuando usté sepa lo mucho que puede andar.
Cuando sepa la verdad que lo que el mundo atesora,
verá que el que canta llora y que el que llora canta más.
Es lindo sentirse sano y con la frente limpita, es lindo ver de cerquita lo que de lejos se admira.
Los placeres de la vida se gozan cuando palpitan.
Cuando no se quiere ver no hay más que cerrar los ojos,
pero no es bueno a mi antojo ser ciego por voluntad.
Castiga más la verdad el rancho que usa cerrojo.
Abra grande la brazada cuando es pa´ dar bienestar.
No espere a que pidan más cuando es amor lo que implora.
Respire con las auroras y cante por la miTad.
Dele abrigo al que precisa, que su padre precisó.
No olvide que si nació y una mujer fue su madre,
sabe bien que por su sangre usté recibió calor.
Siempre es poco lo que decís si de cariño se trata.
Si de su pecho desata el ñudo de la bondad, amará la libertad y se habrá honrado a su tata.
El rispeto debe ser desde el más chico al más grande.
Rispete cuando usté mande y rispete cuando es mandado.
Respetar y ser callado son las armas del que sabe. Nunca se sienta humillado ni se arrodille ante nada.
Pero no gaste en parada ni se haga el lomo ladiado. El fierro más afilado se mella de una mirada.
Sepa morderse la lengua cuando no tenga razón, el hombre que es moscardón nunca gana una partida.
La palabra bien medida tiene el doble de valor.
Si el perro mueve la cola sabe lo que hace, nunca se meta ni pase por juez de problema ajeno,
el rancho suyo está lleno de cosas por arreglarse.
El hombre no tema al hombre porque el temer perjudica,
la idea (aunque a veces chica) de que aquel es superior,
obliga a ser inferior y a que haga carne la pica.
Pero tampoco se agrande porque sepa un poco más.
Al pingo que den de atrás, arranca sin banderola,
no hay lazo, ni pial, ni bola que lo alcance a sujetar.
Si un día le da por cantar, trate de hacerlo solito.
Aprenda del pajarito que canta por ser cantor, pero sepa que la flor primero fue capullito.
Trate de ser llegador con palabras decidoras, las cosas más entradoras son las que el pueblo comprende.
Y sepa que no se vende la idea que se atesora.
Si quiere ser hombre libre, cante por la libertad.
La lucha por la verdad se ha hecho para los varones.
Ladiarse de los maulones alcanza para empezar.
Es fácil mirar de arriba cuando abajo no se estuvo.
El lechuzón por ojudo observa desde el alambre,
pero va a matar el hambre a la cueva del peludo.
Si el de arriba tiene ganas el de abajo es el que aguanta,
por eso a veces me encanta ver ladiarle la osamenta
y ver que el toro se encuentra conque el ternero se agranda.
Nunca se deje llevar por palmadas ni alabanzas. El graznido de la gansa es opaco y ordinario,
las cuentas de ese rosario no alimentan esperanza.
A veces, a veces el ser sumiso da lugar a confusión y en más de una ocasión les rasguñan las costillas,
si entonces muestra cosquilla te acusan de rebeldón. Pero a veces el que aguanta dice basta y se acabó.
Entonces sí, ay mi Dios, ya se termina la historia, la calle canta victoria al compás del barrigón.
Pero cuidado con que el odio le empiece a roer la mente, hay mucho hombre decente que se mantienen enteros.
El odio es mal consejero, enfermedad inconciente. Con no olvidar suficiente pa´ que no pase otra vez.
Si el mal por el bien no es, el bien por el mal tampoco. Diferenciar cuesta poco si se tiene sensatez.
De gajo que da la parra es fea sacar estaca, nace torcido y destaca su deforme orqueterío
y aunque su tronco es sombrío su fruta suele ser blanca. El color poco interesa si el jugo que da es mejor.
Pero no fueron ni son los que pa´ ejemplo he tomado, a esos hombres que han dejado que se le afloje el cinchón.
Admiro al que se retuerce pero entiendase mi explique.
Pa´ que el barro no salpique se lo ha de pisar despacio, el hombre ha de ser reacio con causas que justifique.
Lo primero en aprender es no dejarse pisar. La prudencia y la verdad son cosas que van parejas.
Pero si sufre y se queja, hay que saberse quejar. Nunca vaya con tapujos y con muestrarios de ablande,
el que paga: que lo mande, es justo y sin discusión. Pero nunca de ocasión a que le chupen la sangre

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